En una mañana fría. El profesor entra al primer año de un colegio de la periferia estatal. Cansado, agotado. En el gélido salón, ante la multitud de chicos y chicas, humildes y harapientos, con vos penosa dice: — Han traído el trabajito que les pedí (utiliza el diminutivo para no sonar tan brusco, sabiendo que resulta inútil). Lentamente, se empieza a escuchar el ruido de los útiles en movimiento. Todos buscan entre sus cosas. Al momento, de atrás de todos, se levanta Luis, un famélico, moquiento y despeinado niño. Se acerca hasta el arruinado escritorio con sus manos detrás de la espalda como escondiendo algo. Se para frente al profesor y le dice: — Profe, le doy a elegir: ¿Qué prefiere, mi trabajo o lo que tengo en mi mano? —¿Cómo dices? —Le contesta azorado el profesor. —Si, elija qué prefiere. Debe elegir una o la otra. No vale cambiar. — Pero Luisito, ¿Qué tienes ahí detrás? — No sé. Usted elija y verá. — ¿Por qué me propones esto? —Le dijo extrañad...