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A propósito del 11 de septiembre



Que difícil que se hace, muchas veces, tomar en serio las efemérides. El aleatorio y exclusivo acto de rememorar. Siempre bajo una significación, bajo un precedente; nos imputan una identificación. Hay en la exaltación o en la omisión de una fecha un proceder que nos constituye ideológicamente. Esto sigue siendo un trajín evidente en el ámbito educativo. Parece que todavía hoy es necesario remarcar que todo trabajador de la educación es un actor político. Más allá de las necesarias y repetitivas palabras acerca de los valores y las bondades de quienes la llevan adelante, existe también una forma de educación que se desapercibe. La forma de quienes creen que no es necesario haber estudiado tanto, ni leído siquiera un libro, para cultivar el arte de educar. Sino que todo aquel, que de alguna manera, pueda percibir cualquier forma de injusticia y desigualdad, y que por decirlo así: la canalice sentimentalmente, y a partir de ello pueda, en el otro, generar alguna forma de indagación, de duda, de imaginación o de sensibilidad; he allí un educador.
Civilización o barbarie se subtitula el clásico de quien su fecha de defunción estipula para los docentes Latinoamericanos la efeméride que los abraza. El no tan azaroso devenir histórico nos postula que en esa misma fecha, pero más de ciento cincuenta años después, unos aviones sobre unos edificios atraviesan nuestra realidad y nos incitan a cavilar. Indican en el aún hoy del mundo, el continuo e inacabado debate entre esas dos entidades, ser civilizado o ser barbárico. Tal vez, es un buen momento para pensar en invertir los términos, ¿los barbaros no serán los civiles? Tal vez, el modo de reivindicar la labor educativa esté en trastocar algunos vetustos conceptos, un momento aunque sea. Algunas ideas que se conservan como sacrosantas podrían dejar de serlas, por un momento aunque sea. Pensar distinto, ir más allá de lo heredado, animarse, animarse a negar; negar las fechas, negar a Sarmiento, renegarlo, negar lo cierto, negar que la flor florece en primavera. Negarte, un momento aunque sea.

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