Un pequeño niño de cinco años debuta actuando en
un music hall oyendo murmullos y susurros. Sin saber que con el tiempo será un
protagonista central del naciente séptimo arte. Pero también, de un hecho minimalista
que lo marcará de igual o mayor medida para toda su eximia carrera artística. Ese
momento nimio es el siguiente: en un pasillo tras bambalinas, en un pequeño
estudio de grabación, de un incipiente poblado de California, donde hacía poco se
había trasladado la ignota industria cinematográfica huyendo de los altos impuestos
de la city neoyorquina, en plena entreguerra, allí este muchacho Británico, que
comenzaba a dar sus primeros pasos en el cine, escuchó de pasada, de quién sabe
—algún técnico,
productor o simple transeúnte—, el murmullo que se le grabó para siempre: “Everything is a movie”. Esa frase
conmovió a Charles Chaplin, aquel joven, que en esos recovecos de Hollywood se
sintió perplejo. Al escucharla descubría, o caía en la cuenta; sobre la
fragilidad de lo cotidiano, de la impostura constante, de la hipocresía de las
apariencias, de lo falsario e inesperado de los actos humanos. Comprendía que
todo es una gran puesta en escena de una loca película inentendible y trágica. Desde
ese momento el querido Chaplin trabajó y actuó de manera brillante, dejándonos a
todos inundados de magia celuloide. Entendió muy claramente lo social, lo unió
con lo artístico. Para terminar como era de esperar en aquellos lares; perseguido y acusado de rebelde comunista. Exiliado, como gran vagabundo. A
orillas del lago Lemán descansa el hombre que oyó, sin querer, que: todo, todo es
una película, y vivió en consecuencia.
"El modo más seguro para ingresar a una costa desconocida es, y ha sido siempre, el estilo araña" -me lo había repetido una y otra vez-. Puesto que la persona ingresa al abismo con la protección y la seguridad de la tierra firme en la palma de las manos. No importa si las aguas están calmas o turbias. El mundo es una playa desmedida. La turbulencia o la quietud son solo apariencia, lo tenebroso es lo abisal; es el fondo, lo profundo. La gravidez de la espuma en los pies, la arena minúscula sosteniéndote y el sol sobre el ombligo. El modo araña es la forma de entrar al mundo, que es una playa desmedida. Miles de veces me lo dijo. Pero cuando atravesamos los médanos de la mano, y observó la playa desmedida que es el mundo: me soltó y corrió hacia ella, ¡vaya si corrió! Cuando sus pies tocaron el mar comenzó a dar saltos; como queriendo pisar sobre él, caminar sobre él, aunque solo salpicaba al hundirse. Luego se fue perdiendo en el horizonte. Muy retrasado llegué a la cost
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