Tríptico de los Dioses.
Esta serie de poemas intentan escudriñar, tratar,
identificar algunos Dioses. Dioses cotidianos y cuasi divinos, reales. Los
cuales se descubren u ocultan en cada momento. Anómalos y conversos. Los hila y
los distingue su vaguedad. El primero es una alabanza testimonial, el segundo
un homenaje a Gelman y a su pregunta, y el último es una revelación intempestiva.
Apóstata.
Mi dios es libre
Como un baldazo de agua fría
En medio de la noche
Invierno también
Porque de allí nacen los rudos y nobles
Y mi dios es rudo y noble
Mi dios es un dios no-hombre
Mi dios es género indefinido
Pero no-hombre
Hay ahí una pista para descubrirlo
Porque todo dios se descubre
Porque a mi dios lo creo el hambre
Y se come de a pedazos mi conciencia
El albedrío de mi dios
Las malas noches que pienso en él
Me viene a dar patadas
Me cabecea el oído
Para que escuche su confesión.
Develo.
Cuando Gelman preguntó
¿Y si dios fuera una mujer?
No se dio cuenta Pero
Se ganaba el Olimpo
Cuando tenía el infierno
Clavado en la frente
Con esa pregunta
El poeta cayó del lado afable
Al pronunciarse
El dios hembra
Le abrió sus puertas
Lo cobijo en sus pechos
Y ahí está el bebé Gelman
En la eternidad
Bebiendo sus leches y mieles
Y el macho tosco y ofuscado
Lo ha descubierto
Devela la verdad del cielo
Revelación.
Podría haber pasado en Tribeca o Presnensky
Pero ese bar insólito
Estaba en el medio del monte
En la ladera del Rio Gualeguay
Vieja pulpería del centro entrerriano
Ahí un semi-dios oculto
Que era un borracho
Apostado en la podredumbre
De las moscas que lo rondaban
Del perro escuálido
De los anaqueles vacíos
Caballo y alambrado
Su cara áspera y su alcohol
De años en el cuerpo
Cambió una copa
Por una revelación
Entrecortado
Bebiéndola dijo:
La vida es
Jugar que mechamos.
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