La ciencia; el tiempo histórico en el que se desarrolla, su aplicabilidad, sus métodos, sus postulados... pueden estar siempre en debate, en juicio. En el decurso de la ciencia, el arte de la comunicación ha intervenido e interviene no como su panegírico, sino más bien como su partenaire; hasta el punto incluso de mimetizarse con ella, pues hoy ya distinguimos a la comunicación como una disciplina científica. Pensarlas de este modo resulta ser un buen comienzo para algún tipo de análisis.
Podemos decir que, conceptualmente, comunicación es ese acontecer socio-cultural que permite estructurar, moldear y afianzar los lazos interrelaciónales de los sujetos y que, a su vez, produce y reproduce instancias, modos y formas de ese mismo espectro socio-cultural en el que se recrea y expande. En cuanto a su relación con la modernidad -instancia última de saltos cualitativos y cuantitativos en el campo científico-, en ese sentido y para ser breve, me gustaría parodiar vagamente a Benjamín en su tesis IX, y sugerir entonces que: aquel huracán que se arremolina sobre las alas del ángel de la Historia no solo lo llamaremos Progreso, sino que además diremos que quien verdaderamente lo impulsa y propaga es la lógica instrumental y su poder comunicacional.
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